Publicado el 03 del 08 de 2022
El pasado 22 de julio publiqué en @hieronymusyekael un cuadro de Arthur Hacker con un pequeño texto que lo acompañaba. Estaba bastante indispuesto, me distraje y salió desordenado. Lo borré y ahora – aunque ya no es el día de Santa María Magdalena - lo pongo en el blog.
CRISTO Y MAGDALENA de Arthur Hacker (1890)
En este extraño cuadro del pintor inglés Arthur Hacker podemos ver
a Jesús de Nazaret en su taller de trabajo con una ojerosa María Magdalena
arrodillada ante él.
La imagen nos sugiere diversas cosas: el taller es una
carpintería, se ve claramente por el tipo de mesa y, sobre todo, por las
virutas de madera que hay en el suelo. Jesús, como su padre José, era
carpintero. Eso todo el mundo lo tiene claro… Pues no. El Evangelio según San
Mateo (13,55) dice en su versión original en griego: ¿No es éste el hijo
del tekton? Fue San Justino en
el siglo II quién estableció la traducción de tekton por carpintero. Pero en realidad un tekton era un
constructor e incluía hacer de albañil, cantero, carpintero, herrero o lo que
fuera necesario. De tekton viene la
palabra arquitecto, el superior de los “tektones”. En esa época esas empresas
eran familiares, es decir que en ella trabajarían José, Jesús y varios primos y
hermanos. Recordemos que en arameo y hebreo la palabra para designar
“hermano” y “primo” es la misma. Nazaret, a principios del siglo I era un
pueblo de unos 200 habitantes. Difícilmente una empresa familiar de
construcción podría sobrevivir en una población tan pequeña. Pero a unos
cinco kilómetros (una hora de camino) se encontraba la ciudad de Séforis; mucho
más grande y que había sido destruida por los romanos tras una revuelta judía.
A partir del año 10 d.C. fue totalmente reconstruida; reconstrucción que duró
décadas y que coincide con la adolescencia y juventud de Jesús. Es muy
razonable pensar que Jesús y su familia de “tektones” se desplazaran
diariamente a Séforis para trabajar. Hace años que se están excavando en Israel
las ruinas de Séforis y es sugerente pensar que algunas de las casas que
ahora ven la luz fueron construidas por Jesús y su familia. Según algunos
investigadores, María, la madre de Jesús, y los padres de ésta, Joaquín y Ana,
habían nacido en esa ciudad.
En lo que se refiere a María Magdalena hay que ser claros: María
Magdalena NO era una prostituta. Este infundio proviene de finales del
siglo VI cuando el Papa Gregorio I así lo dijo mezclando sin querer, o
queriendo, diversas mujeres que aparecen en los evangelios. Quizás fue una
maniobra para que Magdalena no eclipsara la figura de Pedro.
María Magdalena quiere decir María la de Magdala, una ciudad a orillas del lago
Genesaret (o Mar de Galilea). A Jesús le seguían muchas mujeres, algunas de
ellas ricas, que se hacían cargo de la manutención de Jesús , los apóstoles
y los demás discípulos. Una especie de patrocinadoras y organizadoras. María
Magdalena pudo ser la principal de todas ellas. Sobre el tema de la presunta
relación marital de Magdalena con Jesucristo no hay ni el más mínimo indicio de
que así fuese. Es una invención de libros como “El enigma sagrado” y “El
código DaVinci”. En esta última obra se hace referencia al cuadro de “La última
cena" de Leonardo y se dice que el apóstol Juan que está a la derecha de
Jesús es claramente una mujer. Hay que recordar que Juan era el discípulo más
joven, probablemente de no más de 14 o 15 años y a esa edad se puede tener un
aspecto aniñado y femenino. Además - y muy importante - recordemos las
preferencias amorosas de Leonardo: chicos muy jóvenes y femeninos como
demuestran los retratos de su amante adolescente Salai, Leonardo puede que
pintase lo que deseaba ver. Quizás San Juan Evangelista fue, en realidad,
un jovencito feo, velludo y muy varonil.
A lo largo de mi vida me han interesado muchas cosas; la música,
por supuesto, que es mi profesión, pero también la zoología (de pequeño era fan
de Rodríguez de la Fuente), la antropología, la historia… Sin embargo nunca he
estudiado algo tan interesante como la historia que nos narra el Nuevo Testamento,
en particular los cuatro evangelios canónicos. “La historia más grande jamás
contada” tal como dice el título de la famosa película de 1965.