Publicado el 24 del 10 de 2019
EL
ARCÁNGEL RAFAEL
Siete u ocho años atrás tenía una alumna de piano que, si bien no estaba especialmente dotada para el instrumento, era, sin embargo, muy inteligente. Cursaba el bachillerato en una prestigiosa escuela y posteriormente estudió Derecho con resultados muy notables. Sus padres eran profesores universitarios y de buena posición económica. En las clases no sólo tratábamos de música; muchas veces la conversación derivaba hacia otros temas: pintura, literatura, historia, filosofía... La chica, que en esos momentos tenía 15 o 16 años, tenía muchas inquietudes, mucha curiosidad y recibía cualquier enseñanza con muy buena disposición.
Un día, no recuerdo el porqué, surgió el tema de la religión y en particular del Cristianismo. Me quedé estupefacto cuando comprobé que no tenía ni idea de lo que era un evangelio, un apóstol, de quienes fueron Noé o Moisés y apenas había oído hablar de un tal Jesús.
Era evidente que vivía en una familia laica, estudiaba en una escuela laica y nunca le habían hablado de nada de eso. Me parece un auténtico disparate.El Cristianismo está en el núcleo de la cultura europea, con total independencia de si uno es creyente o no, hay cosas que tienen que saberse para entender, por ejemplo, la historia y las artes. Un aula no es un lugar para hacer proselitismo (tampoco de política) pero sería necesario, imprescindible, una asignatura que explicara la historia y características de todas las religiones, pero en especial de la cristiana, por la sencilla razón de que es la que ha configurado la cultura en Europa, la del mundo que nos rodea.
Entiendo muy bien a un agnóstico (una parte de mí lo es). Tiene mucho sentido pensar que no sabemos nada de Dios, que está fuera de nuestro alcance, del mismo modo que un escarabajo nunca podrá entender a Spinoza. Lo que me parece estúpido y cargado de soberbia es declararse ateo. Negar que existe Dios. ¿Y tu qué sabes? habría que decir. Puede argumentarse que es igualmente idiota afirmar que sí existe. Pero no ; la diferencia es que la primera actitud es en negativo y, como ya he dicho, me parece acto de soberbia. En cambio la segunda es en positivo e implica confianza y humildad; aunque no se esté en lo cierto.
Concluyo esta introducción citando unas palabras de Heidegger que leí en la célebre entrevista publicada en 1966 por la revista Der Spiegel:
“Sólo un dios puede aún salvarnos”
El diccionario de la Real Academia define
“arcángel” con estas palabras: “En la
tradición católica, cada uno de los espíritus celestes que forman su octavo
coro y, junto con los principados y los ángeles, la tercera jerarquía, cuya
misión es actuar como mensajeros divinos”.
El Arcángel Rafael aleja las enfermedades,
protege a los viajeros y vela por los noviazgos. Su nombre: Rafa-El quiere decir “Dios sana”.
Antiguamente su festividad era el 24 de octubre pero
en nuestros días se celebra el 29 de septiembre junto a los otros arcángeles
Miguel y Gabriel. En honor a la bella ciudad de Córdoba que le tiene por
patrono y ángel custodio, publico estas líneas el 24 de octubre, según el
antiguo orden. La tradición cuenta que Rafael salvó a los cordobeses de una
terrible epidemia de peste y desde entonces goza de una gran devoción en la
milenaria ciudad que vio nacer a Séneca y a Góngora.
El episodio más conocido sobre Rafael que
aparece en la Biblia es el que narra el Libro de Tobías. El Arcángel Rafael,
enviado por Yahvé, se presenta a Tobías, hijo de Tobit, adoptando un aspecto
humano y con el nombre de Azarías. Su misión es acompañarle en un viaje, no
exento de peligros, en busca de su prometida Sara. Sara había visto morir a
siete anteriores maridos asesinados por el demonio Asmodeo - que estaba
enamorado de ella - la misma noche de bodas antes de que se consumase el
matrimonio.
6:1 El joven
partió con el ángel, y el perro los seguía. Caminaron los dos y, al llegar la
primera noche, acamparon a orillas del río Tigris.
6:2 El joven bajó a lavarse los pies
en el río, y de pronto saltó del agua un gran pez que intentó devorarle el pie.
El joven gritó,
6:3 pero el ángel le dijo:
"¡Agárralo y no lo dejes escapar!". Entonces él se apoderó del pez y
lo sacó a tierra.
6:4 El ángel le dijo: "Ábrelo,
sácale la hiel, el corazón y el hígado, y colócalos aparte; luego tira las
entrañas. Porque la hiel, el corazón y el hígado son útiles como
remedios".
6:5 El joven abrió el pez, y le sacó
la hiel, el corazón y el hígado. Asó una parte del pez y la comió, y guardó la
otra parte después de haberla salado.
6:6 Luego los dos juntos continuaron
su camino hasta llegar cerca de Media.
6:7 Entre tanto, el joven preguntó
al ángel: "Hermano Azarías, ¿qué clase de remedio hay en el corazón, en el
hígado y en la hiel del pez?"
6:8 El ángel le respondió: "Si
se quema el corazón o el hígado del pez delante de un hombre o de una mujer
atacados por un demonio o espíritu maligno, cesan los ataques y desaparecen
para siempre.
6:9 En cuanto a la hiel, sirve para
ungir los ojos afectados de manchas blancas: basta con soplar sobre esas
manchas para que se curen".
Al llegar a casa de Ragüel – el padre de Sara - ella salió al encuentro de los viajeros y después de una conversación sobre las respectivas familias y linajes, la madre de Sara, Edna, escribió el contrato matrimonial y lo selló.
8:1 Cuando terminaron de comer y beber, decidieron
ir a acostarse. Acompañaron al joven y lo hicieron entrar en la
habitación.
8:2 Entonces Tobías se acordó de los
consejos de Rafael, sacó de su bolsa el hígado y el corazón del pez y los
colocó sobre el brasero de los perfumes.
8:3 El olor del pez alejó al demonio
y este huyó por el aire hacia las regiones de Egipto. Rafael lo persiguió, lo
sujetó y lo encadenó al instante.
Como habían pasado varias semanas desde la partida de Tobías de su casa, su padre Tobit y su madre Ana estaban muy preocupados y pensaban que ya nunca volverían a encontrarse con su hijo. Hay que recordar que Tobit había quedado ciego a causa del estiércol caliente que unos pájaros habían dejado caer sobre sus ojos. Cuando al fin regresó Tobías, acompañado de Azarías (el Arcángel Rafael), sus padres tuvieron una inmensa alegría.
11:7
Rafael dijo a Tobías, antes que él se acercara a su padre: "Seguro que tu
padre va a recobrar la vista.
11:8 Úntale los ojos con la hiel del pez; el
remedio hará que las manchas blancas se contraigan y se desprendan de sus ojos.
Así tu padre recobrará la vista y verá la luz".
11:9 La madre corrió a echarse al cuello de
su hijo, diciéndole: "¡Ahora sí que puedo morir, porque te he vuelto a
ver, hijo mío!" Y se puso a llorar.
11:10 Tobit también se levantó y, tropezando, salió
por la puerta del patio. Tobías corrió hacia él,
11:11 con la hiel del pez en su
mano; le sopló en los ojos y, sosteniéndolo, le dijo: "¡Ánimo,
padre!" Después le aplicó el remedio y se lo frotó.
11:12 Luego le sacó con ambas manos
las escamas de los ojos.
11:13 Entonces su padre lo abrazó
llorando y le dijo: "¡Te veo, hijo mío, luz de mis ojos!"
11:14 Y añadió: "¡Bendito sea
Dios!
¡Bendito sea su gran Nombre!
¡Benditos sean todos sus santos ángeles!
¡Que su gran Nombre esté sobre nosotros!
¡Benditos sean los ángeles
por todos los siglos!
Después de la llegada de Sara a Nínive, tuvo lugar la boda y es entonces cuando Azarías reveló su verdadera identidad.
12:15 Yo
soy Rafael, uno de lo siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y
tienen acceso a su presencia".
12:16 Los dos quedaron desconcertados y
cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.
12:17 Pero él les dijo: "No teman, la
paz esté con ustedes. Bendigan a Dios eternamente.
v18 Cuando yo estaba con ustedes, no era por mi propia iniciativa,
sino por voluntad de Dios. Es a él al que deben bendecir y cantar todos los
días.
12:19 Aunque ustedes me veían comer, eso no
era más que una apariencia.
12:20 Por eso, bendigan al Señor sobre la
tierra y celebren a Dios. Ahora subo a Aquel que me envió. Pongan por escrito
todo lo que les ha sucedido". Y en seguida se elevó.
12:21 Cuando se incorporaron, ya no lo
pudieron ver más.
12:22 Ellos bendecían a Dios, entonando
himnos, y lo celebraban por haber obrado esas maravillas, ya que se les había
aparecido un ángel de Dios.
El Libro de Tobías es una historia bellísima que vale la pena leer en su totalidad. La Biblia está llena de esas historias maravillosas. Tanto si uno es o no creyente, es un libro que hay que leer, especialmente el Nuevo Testamento y algunos libros del Antiguo como por ejemplo el exquisito, poético y profundo Eclesiastés. Si lo leen verán que en su vida cotidiana ustedes dicen, quizá sin saberlo, frases que pertenecen a este libro. Con la Biblia pasa lo mismo que con “El Quijote”, mucha gente los tiene en casa pero casi nadie los ha leído.
La historia de Tobías y el Arcángel Rafael ha sido representada muchas veces por grandes artistas. Les mostraré dos ejemplos:
El primero se titula “El Arcángel Rafael y Tobías” de Claudio de Lorena (también conocido como Claude Lorrain o Claude Gellée). Es un óleo sobre lienzo pintado entre 1639 y 1640. Es de considerables dimensiones: 211 x 145 cm. En el cuadro tres quintas partes corresponden al cielo. Abajo puede verse a Tobías con el gran pez; un pez que tiene una cabeza parecida a la de un cocodrilo. A su lado el Arcángel. El paisaje tiene un sugerente aire onírico.
El segundo cuadro, “Tobías y el Ángel”, es de Francisco de Goya. Pintado hacia 1787, es también un óleo sobre lienzo pero de dimensiones mucho más reducidas: 63,5 x 51,5 cm. En este caso el pez es mucho más pequeño , lo que no encaja con el texto bíblico. Es destacable la luz que emana del nimbo sagrado del Arcángel y que inunda todo el cuadro.
Por último me hace ilusión enseñarles la imagen del Arcángel Rafael y Tobías que tengo en el recibidor de mi casa. Se la regalaron a mi abuelo que era médico y se llamaba Rafael.
No sé quien es el imaginero que la esculpió. Quizás mi abuelo lo sabía pero, en mi insensatez adolescente , nunca se lo pregunté.