Publicado el 02 del 06 de 2019
LOS EJERCICIOS (1)
Hay pianistas, profesores de piano y pedagogos partidarios de practicar escalas, arpegios y todo tipo de ejercicios, y otros totalmente contrarios o, como mínimo, bastante escépticos sobre su utilidad. La habilidad pianística desde el punto de vista mecánico es un don natural; no es solo algo muscular , sino que está relacionado con el oído y con el tacto. Es un conjunto de capacidades:
Reflejos
Agilidad
Velocidad
Precisión
Fuerza
Resistencia
Coordinación
Flexibilidad
Independencia
Si estas cualidades no se poseen en un altísimo grado de forma natural – como es el caso, por ejemplo, de Martha Argerich, Arcadi Volodos o Arthur Rubinstein, que traen el “software” de fábrica - hay que desarrollarlas con inteligencia y perseverancia. Los ejercicios no nos mejoran la técnica – que es un asunto de la imaginación, la musicalidad y el oído – sino que nos ayudan a desarrollar los medios para poder hacer realidad las ideas musicales. Es más propio hablar de “mecanismo” para diferenciarlo de la técnica. La técnica es saber “cómo” hacer; el mecanismo la herramienta con la que se hace. El mecanismo no se adquiere; se desarrolla. Es decir, cada persona tiene un determinado potencial, unas habilidades innatas que el trabajo puede hacer crecer. Si una persona está programada en sus genes para medir 1,58 metros, no alcanzará la estatura de 1, 85 por mucha gimnasia que haga y muchas proteínas y vitaminas que ingiera, sobre todo si lo hace desde el final de la adolescencia. Sin embargo, es verdad que si desde la infancia tiene un déficit alimentario y no hace ningún ejercicio físico, quizás no llegue a alcanzar el metro cincuenta.
Trabajar el mecanismo con las obras tiene sus peligros; el principal problema es “manosear” demasiado la música y desproveerla de frescura y espontaneidad.
Es mejor que ya sepas tocar escalas si vas a estudiar una sonata de Mozart.
La experiencia me ha enseñado que, al común de los mortales, les resulta muy provechoso trabajar ejercicios, escalas y arpegios siempre que sea en su justa medida y de la manera correcta .
El término
“ejercicio” tiene la misma etimología que la palabra “ejército”; del latín: exercere ; “hacer practicar” y “hacer
trabajar sin descanso” son dos de las acepciones según el Diccionario
Etimológico de Coromines. En el maravilloso Diccionario de Autoridades dice: “es el acto de ejercitarse en alguna cosa:
como en las armas, en las letras, en la pintura &c. “
El objetivo es tener ese “ejército” que obedezca nuestras órdenes, practicando los ejercicios convenientes de la manera y en el momento adecuados. De lo contrario, puede resular del todo contraproducente. Recuerdo a una alumna bastante torpe, débil y poco flexible a quien su profesor le había prescrito los 51 ejercicios de Brahms “para adquirir técnica”. Esos ejercicios – magníficos sin duda -son para pianistas con mecanismos y técnicas bastante desarrolladas y con un físico fuerte y flexible. Como era de esperar lo que “adquirió” la pobre chica fue una tendinitis.
Ni siquiera el más árido de los ejercicios debe tocarse mecánicamente. Siempre hay que buscar un sentido musical. Interpretarlo con diferentes tipos de ataque y dinámicas, crescendo y diminuendo, buscando un sonido bello, armonizarlos; es decir tocarlos a manos separadas inventando una armonía en la otra mano.
Siempre que sea posible y que no resulte demasiado forzado, hay que tocar cada ejercicio en todas las tonalidades con la misma digitación del modelo.
Pensemos, por ejemplo en el ejercicio nº1 de Hanon, los primeros compases de la mano derecha, aisladamente, no son nada desde un punto de vista musical, pero un diseño similar en do mayor o en otra tonalidad puede formar parte de un pasaje rápido - de coloratura - en un concierto de Mozart. Del mismo modo, cuando Johannes Vermeer tiene en la punta del pincel la mezcla de colores que sabiamente – con imaginación y técnica - ha seleccionado en la paleta, no es más que una mancha; y sin embargo, puesta en su sitio, de la manera exacta, puede formar parte de “ La Vista de Delft”.
La mayor parte de los libros de ejercicios pianísticos fueron escritos en el siglo XIX, especialmente después del impacto que causó Paganini ; músicos y público quedaron fascinados por el virtuosismo del violinista genovés. El mismo Liszt se puso a estudiar como un poseso (dos horas al día solamente de octavas) e intentó reproducir al piano los prodigios del legendario virtuoso. Los ejercicios indicados por los profesores a los alumnos eran vistos como el duro camino que les llevaría a la tierra prometida del virtuosismo trascendental: “Per aspera ad astra”.
Había precedentes, por supuesto, y muy importantes: “L´Art de toucher le clavecin” de Couperin, tratados de C.P.E. Bach, Pleyel, Dussek , Hummel, Clementi y los originalísimos ejercicios de Beethoven. Incluso Mozart escribió un excelente estudio de trinos alternando todos los dedos que nos ha sido transmitido por su alumno Hummel y que figura en las modernas ediciones de “El pianista virtuoso” de Charles-Louis Hanon.
Estos son algunos de los libros de ejercicios más destacables:
HENRI HERZ - Escalas
y ejercicios
A estas alturas quizás resultan algo anticuados, pero pueden ser útiles en algunos casos en los primeros cursos de grado medio.
CAMILLE STAMATY -
El ritmo de los dedos
Lo mismo que en el caso de Herz. No recuerdo donde leí que Jorge Bolet los practicó intensamente y a diario cuando era niño, bajo la exigente mirada de su hermana mayor. Fueron publicados en 1858.
CHARLES-LOUIS HANON - El pianista virtuoso
Este famoso método sigue muy vigente si se practica correctamente. Rachmaninoff y Horowitz, entre muchos otros, lo utilizaron toda su vida. En los 30 primeros ejercicios pueden aplicarse todo tipo de variantes y es indispensable trabajarlos en todas las tonalidades. Publicados en 1873.
JOSEF PISCHNA – 60 Ejercicios diarios
Algunos de estos ejercicios son muy útiles. No son para alumnos primerizos porque pueden agarrotar la muñeca si no se posee ya una notable flexibilidad. La edición revisada y ampliada por Willy Rehberg es particularmente interesante. Fueron editados en 1887
MORITZ MOSZKOWSKI – Escuela de las dobles notas op.64
Este método nos ofrece una serie de magníficas digitaciones para las escalas de notas dobles; muchos ejercicios y al final del volumen cuatro espléndidos estudios, especialmente interesantes son el núm.1 en la bemol mayor y el núm.2 en sol menor. Para alumnos avanzados.
JOHANNES BRAHMS – 51 Ejercicios WoO 6
Como no podía ser menos, Brahms escribió unos ejercicios de gran originalidad y efectividad, aunque sólo para alumnos de final de grado medio o superior. Administrados en dósis homeopáticas y al discípulo adecuado pueden dar muy buenos resultados. Editados en 1893. Naxos publicó un disco compacto de esta obra interpretada por Idil Biret.
CARL TAUSIG – Ejercicios diarios
Liszt dijo que consideraba a Tausig como “su heredero”. Desgraciadamente falleció a los treinta años y no pudo desarrollar todo su gran talento. Nos dejó este libro con ejercicios muy interesantes .
RAFAEL JOSEFFY – School of advanced piano playing
Estos ejercicios han sido recomendados por grandes pianistas: Stephen Hough, Jorge Bolet.... Son extraordinariamente ingeniosos y constituyen un fenomenal compendio del pianismo romántico. Es, sin duda, una de las mejores colecciones.
ALBERTO JONÁS – Master school of virtuoso piano playing
Jonás fue un pianista español – madrileño – que, además de en nuestro país, estudió en Bruselas con Arthur de Greef y en San Petersburgo con Anton Rubinstein. Inició una exitosa carrera como concertista tocando, entre otras grandes orquestas, con la Filarmónica de Berlín y dando largas giras por los Estados Unidos. Se instaló en ese país, dedicándose fundamentalmente a la enseñanza.
El Método de Jonás, en siete volúmenes, la mayor parte de ellos de más de 300 páginas, parece recorrer todos los problemas del mecanismo pianístico que uno pueda imaginar. Además de sus propios ejercicios, Jonás utiliza innumerables pasajes de los más grandes compositores y muchos ejercicios escritos para su método por famosos pianistas contemporáneos suyos con quienes mantenía lazos de amistad ( Busoni, Lhevinne, Rosenthal, Godowsky, Sauer, Friedheim, Cortot y muchos otros).
Esta obra fue publicada por Carl Fischer en Nueva York (1922). Actualmente puede encontrarse en formato digital en internet y recientemente Dover ha editado los dos primeros volúmenes (“Finger Exercises” y “Scales”). También está en internet una interesante tésis doctoral sobre Alberto Jonás y su enciclopédica obra de la Dra. Amanda Judith Alba González.
Aunque sea por curiosidad les recomiendo explorar la obra de este brillante compatriota nuestro al que tenemos bastante olvidado.
Finalmente también podemos citar el “Klavierübung” de Ferruccio Busoni, “Principes rationels de la technique pianistique” de Alfred Cortot, “Training of the left hand” de Hermann Berens, “Essential finger exercises” de Erno Dohnányi y “Ejercicios progresivos” de Leopold Godowsky, entre otros.
Cuando tenga un programa de edición de partituras y aprenda a manejarlo espero publicar un segundo capítulo de este artículo.